sábado, 28 de abril de 2012

Oratorio del cuarto piso del Calasanz de Valencia / 4th floor oratory Calasanz at Valencia


Este oratorio es el del 4º piso del colegio Calasanz de los Escolapios de Valencia. También, cómo no, con su árbol de la cruz, con brotes, hojas y flores, y Calasanz y los niños mirando a María.

This is the oratory of the 4th floor of the Calasanz School (Escolapios) at Valencia. With the tree of the cross but with buds, leaves and flowers and Calasanz with children looking at St. Mary.

Boceto / Pencil-sketch 
 

Resultado final / Final work


  

  Árbol en proceso / tree in process




domingo, 15 de abril de 2012

Oratorio del coro del Calasanz de Valencia / Old Choir Oratory at Calasanz of Valencia

Otro oratorio para el colegio Calasanz de los Escolapios de Valencia. Con su árbol de la cruz, con brotes, hojas y flores, símbolos de la vida que explosiona en la resurrección.

Other oratory for the Calasanz School (Escolapios) at Valencia. With the tree of the cross but with buds, leaves and flowers symbolizing the life of the resurrection.

Before
In process
After

De nuevo, en el medio del oratorio, al lado de la cruz, el sol y la paloma, que es el Espíritu Santo.
Again, in the middle of the oratory, next to cross, the sun and the dove, that is the Holy Spirit.

domingo, 8 de abril de 2012

¡¡¡Felices Pascuas!!! Happy Easter


¡¡¡Ha resucitado!!!
¡¡¡Felices Pascuas a todos!!!

He is risen!!! Happy Easter everyone!!!

Lectio divina del 13 abril 2012, viernes


Hch 4,1-12

Jn 21,1-14

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. […] Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó: “Muchachos, ¿no habéis pescado nada?”. “Nada” –le contestaron. Jesús les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis”. Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. […] Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo: “Traed algunos peces de los que acabáis de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Venid a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado. […].


Preparación: Dame, Espíritu Santo, el amor de Juan, para reconocerte, y la valentía de Pedro para seguirte.


Lectura: Las lecturas de hoy son especialmente ricas y simbólicas. En los Hechos, la tremenda carga salvífica del Nombre de Jesús (recordemos que, en la tradición judía, una de las maneras de referirse a Dios, el innombrable, era precisamente llamándolo “el Nombre” (Ha-Shem). En el pasaje de Juan, los discípulos vuelven al lago de Galilea, el lugar de la llamada y el seguimiento. De nuevo no reconocen a Jesús porque era de noche, lo que sugiere su oscuridad interior. La pesca simboliza la misión evangelizadora y no pescaron nada porque Jesús no estaba con ellos. Pero al romper el día se presenta Jesús penetrando sus oscuridades y miopías. Juan, con su amor, reconoce al Señor, y Pedro se ciñe la ropa, en un gesto que recuerda la escena del lavatorio (Jn 13) y que adelanta la conversación sobre el ceñimiento de Pedro siguiendo a Jesús. Los 153 peces podrían referirse, según S. Jerónimo, al número de las especies de peces conocidas en la antigüedad (universalidad da la misión); o quizás sea una cifra simbólica suma de los primeros números, del 1 al 17. En cualquier caso indican la plenitud mesiánica. Las brasas traen a la mente aquellas otras de las negaciones de Pedro (Jn 18,18).


Meditación: Jesús ofrece a los suyos un banquete muy especial, que va más allá de una mera comida. Los que un día le abandonaron y hasta le negaron hoy son sus huéspedes y destinatarios de su amistad simbolizada en el pan y el pescado. El banquete es símbolo también de la eucaristía, de la mesa de su Palabra de vida y de su cuerpo y sangre entregados por amor.


Oración: Ni un atisbo de reproche. Tu último mensaje, Señor, es tu mano tendida ofreciendo el bocado de amistad. Olvida también mis negaciones, mis miedos, mis traiciones… llámame otra vez, como al principio; quiero oír de nuevo tu invitación a seguirte, a pescar en tu nombre. Al calor de las brasas dame a mí también tu amor y tu perdón.


Contemplación: “Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón” (Saint Exupery).


Acción: Invocar a menudo el Nombre de Jesús. Hacerlo no es invocar su presencia; es recordar que siempre está a mi lado.


Tomado del libro Inmaculada Rodríguez Torné, Lectio Divina para tiempos fuertes. Pascua ¡Aleluya! ¡Ha resucitado! 2012. Edit. Claret.


miércoles, 4 de abril de 2012

Lectio Divina miércoles santo


4 abril 2012, miércoles santo



Ofrezco un extracto del libro "Lectio Divina para tiempos fuertes. Cuaresma 2012. No sólo de pan", Publicaciones Caretianas, para hoy, 4 de abril, miércoles santo. Para irnos preparando para el triduo pascual.


Is 50,4-9a

Sal 68,8-10.21-22.31.33-34

Mt 26,14-25

Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les preguntó: “¿Cuánto me daréis, si os entrego a Jesús?”. Ellos señalaron el precio: treinta monedas de plata. A partir de entonces, Judas empezó a buscar una ocasión oportuna para entregarles a Jesús. […] Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y prepararon la cena de Pascua. Al llegar la noche, Jesús se había sentado a la mesa con los doce discípulos; y mientras cenaban les dijo: “Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar”. Ellos, llenos de tristeza, comenzaron a preguntarle uno tras otro: “Señor, ¿acaso soy yo?”. Jesús les contestó: “Uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme. El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras, pero ¡ay de aquel que le traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!”. Entonces Judas, el que le estaba traicionando, le preguntó: “Maestro, ¿acaso soy yo?”. “Tú lo has dicho” –contestó Jesús.


Preparación: Ayúdame tú, Espíritu Santo, a “preparar la Pascua” yo también, como hicieron los discípulos.


Lectura: En el tercer canto del siervo de YHWH, éste se presenta como discípulo siempre atento a escuchar (shamác) el mensaje de Dios, que le envía a “sostener al abatido”. Con su ayuda soportará insultos y humillaciones y en el peligro no desertará de su misión. En el evangelio asistimos a la traición de Judas. Se subraya que es uno de los doce, de los íntimos, de los que comparten con él la mesa y el pan (“compañero” viene de cum-panis). En la cultura judía, comer juntos establecía una vinculación muy estrecha, unos lazos de unión que significaban participar de la misma vida y de la bendición de Dios. Según la torá, 30 siclos era el precio estipulado por la muerte de un esclavo.


Meditación: Es Dios el que ayuda a su siervo a cumplir uno de los principales mandatos bíblicos: Shemá (“escucha”). ¿Cómo escucho yo la palabra de Dios? ¿Es la lectura, meditación y oración de su Palabra algo fundamental en mi vida? ¿Le dedico un rato diario? “El que escucha mis palabras y las pone por obra…” ¿Busco, principalmente, llevarla a la vida?


Oración: Abre, Señor, cada mañana, mi oído a tu Palabra. Recuérdame a mí también cada día: “Escucha, Israel” (Dt 6,4). Que escucharte sea mi primera tarea. Y envíame después a “sostener al abatido”, al cansado, al desanimado, al enfermo, al marginado, al explotado, al parado, al desahuciado… Como siervo tuyo, tampoco yo, Señor, quiero resistirme ni echarme atrás en esta misión. Por eso ofrezco mi rostro, a pesar de los posibles “insultos y salivazos” para que en mi sonrisa y en mis ojos descubran al Dios que en mí les dice que está con ellos con su amor y compasión.


Contemplación: “(Habla María) Judas... Todo el día dando vueltas en la cabeza a este nombre. […] No, no le juzgo. ¡Siento hacia él una tal ternura! […] No, no es malo. Aunque he notado que tiembla al oír la palabra “amor”, que oye las palabras de Jesús no como quien las bebe sino como quien las recuenta. Pienso que sólo es un pobre chiquillo asustado, y me gustaría conocer palmo a palmo su infancia retorcida en la que, sin duda, se encuentra el secreto de sus silencios ariscos. ¿Acaso nunca nadie le ha amado de veras? Es absurdo, es absurdo, pero me gustaría haber sido su madre” (M. Descalzo).


Acción: Escuchar, escuchar. A Dios, a mi corazón, los demás…


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