miércoles, 4 de abril de 2012

Lectio Divina miércoles santo


4 abril 2012, miércoles santo



Ofrezco un extracto del libro "Lectio Divina para tiempos fuertes. Cuaresma 2012. No sólo de pan", Publicaciones Caretianas, para hoy, 4 de abril, miércoles santo. Para irnos preparando para el triduo pascual.


Is 50,4-9a

Sal 68,8-10.21-22.31.33-34

Mt 26,14-25

Uno de los doce discípulos, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les preguntó: “¿Cuánto me daréis, si os entrego a Jesús?”. Ellos señalaron el precio: treinta monedas de plata. A partir de entonces, Judas empezó a buscar una ocasión oportuna para entregarles a Jesús. […] Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y prepararon la cena de Pascua. Al llegar la noche, Jesús se había sentado a la mesa con los doce discípulos; y mientras cenaban les dijo: “Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar”. Ellos, llenos de tristeza, comenzaron a preguntarle uno tras otro: “Señor, ¿acaso soy yo?”. Jesús les contestó: “Uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme. El Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dicen las Escrituras, pero ¡ay de aquel que le traiciona! ¡Más le valdría no haber nacido!”. Entonces Judas, el que le estaba traicionando, le preguntó: “Maestro, ¿acaso soy yo?”. “Tú lo has dicho” –contestó Jesús.


Preparación: Ayúdame tú, Espíritu Santo, a “preparar la Pascua” yo también, como hicieron los discípulos.


Lectura: En el tercer canto del siervo de YHWH, éste se presenta como discípulo siempre atento a escuchar (shamác) el mensaje de Dios, que le envía a “sostener al abatido”. Con su ayuda soportará insultos y humillaciones y en el peligro no desertará de su misión. En el evangelio asistimos a la traición de Judas. Se subraya que es uno de los doce, de los íntimos, de los que comparten con él la mesa y el pan (“compañero” viene de cum-panis). En la cultura judía, comer juntos establecía una vinculación muy estrecha, unos lazos de unión que significaban participar de la misma vida y de la bendición de Dios. Según la torá, 30 siclos era el precio estipulado por la muerte de un esclavo.


Meditación: Es Dios el que ayuda a su siervo a cumplir uno de los principales mandatos bíblicos: Shemá (“escucha”). ¿Cómo escucho yo la palabra de Dios? ¿Es la lectura, meditación y oración de su Palabra algo fundamental en mi vida? ¿Le dedico un rato diario? “El que escucha mis palabras y las pone por obra…” ¿Busco, principalmente, llevarla a la vida?


Oración: Abre, Señor, cada mañana, mi oído a tu Palabra. Recuérdame a mí también cada día: “Escucha, Israel” (Dt 6,4). Que escucharte sea mi primera tarea. Y envíame después a “sostener al abatido”, al cansado, al desanimado, al enfermo, al marginado, al explotado, al parado, al desahuciado… Como siervo tuyo, tampoco yo, Señor, quiero resistirme ni echarme atrás en esta misión. Por eso ofrezco mi rostro, a pesar de los posibles “insultos y salivazos” para que en mi sonrisa y en mis ojos descubran al Dios que en mí les dice que está con ellos con su amor y compasión.


Contemplación: “(Habla María) Judas... Todo el día dando vueltas en la cabeza a este nombre. […] No, no le juzgo. ¡Siento hacia él una tal ternura! […] No, no es malo. Aunque he notado que tiembla al oír la palabra “amor”, que oye las palabras de Jesús no como quien las bebe sino como quien las recuenta. Pienso que sólo es un pobre chiquillo asustado, y me gustaría conocer palmo a palmo su infancia retorcida en la que, sin duda, se encuentra el secreto de sus silencios ariscos. ¿Acaso nunca nadie le ha amado de veras? Es absurdo, es absurdo, pero me gustaría haber sido su madre” (M. Descalzo).


Acción: Escuchar, escuchar. A Dios, a mi corazón, los demás…


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