Mis amigos de las Escuelas Pías me encargaron darle un nuevo aire a los dos oratorios de primaria del colegio de Gandía. Como viene siendo habitual en los oratorios de la Prov. de Betania, he pintado un gran árbol que abraza y sostiene a la cruz.
Como siempre, Dios Padre es el sol que, desde el cielo, nos calienta y da la vida; el Espíritu está presente, simbolizado en una paloma con un corazón que nos recuerda que es amor.
Esta vez el árbol es de tamaño descomunal, con un colorido sorprendente y con mucho movimiento.
La cruz está perfectamente integrada: el tronco del árbol es del mismo color de la madera y las dos grandes ramas coinciden con los brazos de la cruz.
